En el año 2012 en la laguna Altillo Chica de Lillo (Toledo), geólogos españoles descubrieron numerosos rastros, de hasta más de 100 m de longitud, generados por rocas de diversos tamaños, lo que se conoce como rocas errantes, navegantes o deslizantes (sailing stones, sliding stones). Este tipo de rastros se vieron por primera vez en 1948 en el Valle de La Muerte en California (EEUU), y hasta el momento se creían únicos en el mundo. La hipótesis de diversos geólogos americanos para explicar este fenómeno se basa en la existencia de placas de hielo que englobarían a las rocas durante el invierno, facilitando su empuje por el viento.
Sin embargo,los investigadores españoles del departamento de Petrología y Geoquímica de la UCM descartan esta teoría para el caso de la laguna de Altillo Chica y proponen otra teoría basada en la existencia de tapices microbianos y tormentas de invierno. Los tapices forman una superficie deslizante que facilita el desplazamiento generado por la acción de tormentas de invierno con fuertes vientos. Estos vientos producen corrientes de agua, de hasta dos metros por segundo, capaces de desplazar las rocas. La acción conjunta de ambos factores sería la causa de que rocas de pesos considerables (hasta 7 kg) puedan desplazarse tales longitudes.
¿Por qué los científicos españoles descartan la teoría de las placas de hielo en la laguna manchega?. Esto es debido a la cantidad de sales disueltas que tiene esta laguna. Las sales disminuyen el punto de congelación del agua por lo que la laguna muy raramente se congela.
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